Publicado por: Diario El Comercio 9/11/2025 (Versión impresa y digital)
En la película, dos personajes vienen del futuro con propósitos diferentes. Uno (Kyle) viene a proteger a una mujer cuyo hijo no engendrado (John Connor) tendrá un rol importante en el futuro para defender a la humanidad de la tiranía de las máquinas. El otro (Schwarzenegger) es una máquina de formas humanas superinteligente y superdotado, que viene más bien a eliminarla para garantizar el reinado de las máquinas. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
Esas son probablemente las imágenes que le salten a la mente al escuchar hablar de inteligencia artificial (IA). Máquinas o sistemas diseñados para funcionar con autonomía y capacidad de adaptación, capaces de generar predicciones, recomendaciones o incluso tomar decisiones por uno. Los grandes cambios tecnológicos siempre han despertado temores. Sucedió con la imprenta y el automóvil. Como lo recordaba hace poco Óscar Montezuma en una presentación en Ayacucho (Ayni), también sucedió con las calculadoras; algunos pensaban que embrutecerían a las futuras generaciones. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
La IA traerá cosas buenas y malas. Mirando solo su impacto en los mercados, las “máquinas” podrían permitir a las empresas conocer mejor lo que quiere la gente y su disposición a pagar por ello. Eso permitirá mejorar productos. Será más fácil cobrar a cada quién según sus preferencias. Permitirán ganar eficiencias y reducir costos, lo que podría traducirse en menores precios para la gente. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
Pero también podrían facilitar maldades. Arreglar precios entre competidores (conducta prohibida por la ley) se hace más fácil y menos detectable. No es necesario juntarse a escondidas en un café o intercambiar un WhatsApp para concertar precios. Las máquinas de manera autónoma podrían determinar el precio. No hay contacto. No hay acuerdo. No hay delito.
Estos miedos pueden motivar intervenciones regulatorias para limitar desarrollos o aplicaciones empresariales de una tecnología que los propios reguladores recién están empezando a entender y que puede cambiar rápidamente. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
Hace poco un Juez en Estados Unidos (Amit Mehta) tuvo que decidir si accedía al pedido para desintegrar Google, poniendo fin a su “poder monopólico” de búsquedas en Internet. No accedió al pedido. Reconoció sus limitaciones para predecir el futuro: “Los tribunales deben abordar la tarea de elaborar remedios con una buena dosis de humildad. Este tribunal lo ha hecho así. No tiene experiencia en el negocio de los GSE [General Search Engine o motor de búsqueda general] en la compra y venta de anuncios de texto en buscadores, ni en la ingeniería de tecnologías de IA generativa (GenAI). Y, a diferencia del caso típico en el que el trabajo del tribunal es resolver una disputa basada en hechos históricos, aquí se le pide al tribunal que mire dentro de una bola de cristal y observe el futuro. No es precisamente el punto fuerte de un juez”.
Ojalá que esa cuota de humildad guíe a quienes tendrán la responsabilidad de aplicar la Ley de la IA (Ley 31814) recientemente reglamentada. No debieran olvidar que en Terminator II, John Connor no hubiera sobrevivido sin la ayuda de un cyborg (Schwarzenegger) que vino del futuro. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
Alejandro es Máster en Regulación por el London School of Economics and Political Sciences, Reino Unido. Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Tiene práctica en las áreas de Derecho de la Competencia, Regulación Económica, Regulación en Telecomunicaciones, Energía y Transporte, Responsabilidad Civil Extracontractual, Contratos y Arbitraje. Cuenta con un nivel fluido de inglés.

