El camino más corto

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Publicado por: Perú 21, 18 de octubre del 2020

“Jimeno siempre duda de si es bueno que Mario, a los 5 años, vea noticieros. Son más crudos que muchas películas anunciadas con advertencia de estricto control parental”.

La hora habitual, del noticiero habitual, en el viejo sillón habitual. Jimeno enciende la televisión.

Mario se acerca con una nave espacial de Lego en sus manos. Se acurruca sobre el brazo de su papá. Juega mientras, de refilón, levanta con tímida curiosidad sus ojos hacia la pantalla.

Un señor enmarrocado, con un abultado chaleco que lleva impreso en amarillo casi fosforescente la palabra “DETENIDO”. Dos hombres corpulentos lo sujetan de cada brazo. Como moscas, periodistas tratan de arrancarle una declaración. Cabizbajo y avergonzado, se comporta como si nadie a su alrededor existiera.

Con aguda inocencia, Mario pregunta: “¿Qué le pasa a ese señor?”. Jimeno siempre duda de si es bueno que Mario, a los 5 años, vea noticieros. Son más crudos que muchas películas anunciadas con advertencia de estricto control parental.

Con tono seco, de esos que se usan para indicar “ya no me preguntes más”, Jimeno contesta: “Se lo están llevando preso”. La esperanza de que allí terminará el interrogatorio se frustra. Mario lanza la pregunta más temida de los padres: “¿Y por qué?”.

Porque quizás ha hecho algo malo”. De nuevo, tono cortante. Un breve silencio de Mario anuncia, equivocadamente, que el tono de Jimeno podría haber tenido éxito. “¿Y por qué se llevan presos a quienes hacen algo malo?”.

Para investigar, saber si es verdad, y si es verdad, ponerlos en la cárcel. Así se castiga a quien se porta mal”. “¿Cómo cuando me mandas a mi cuarto?”, replica Mario. “Sí. Más o menos”.

Ya el silencio no deja a Jimeno concentrarse en el noticiero. Está tratando de predecir la siguiente pregunta. “¿Y en qué trabajan los señores que van presos más veces?”. Siempre se llega a ese punto en que ya uno no tiene respuesta.

Lo primero que se le viene a la mente a Jimeno es decir “los narcotraficantes”. Pero esa palabra iba a desatar una secuencia de preguntas de casi imposible e inapropiada explicación para un niño pequeño. “No lo sé, Mario. Quizás son los ladrones. Quizás las personas malas que matan a otras”.

Ah. Ya, papi”. Jimeno lanza un suspiro mental de alivio. Mario vuelve a concentrarse en su nave espacial de Lego y parece, ahora sí, olvidarse del noticiero y concentrarse en alguna historia de ficción alrededor de su juguete.

En la pantalla aparece otra noticia. Anuncian nuevos audios. Reflejan aparentes manejos turbios en la contratación de obras públicas por el presidente. Otro deja vu. La antesala de la historia de un presidente más detenido. Enmarrocado. Todos los expresidentes vivos (y uno suicidado cuando iba a ser detenido) han ido presos. Ni todos los ladrones ni todos los asesinos terminan presos. Menos aún los narcotraficantes. Sin querer le había mentido a su hijo. El cien por ciento de los presidentes de este país terminan presos. Ninguna otra ocupación, legal o ilegal, muestra tremendo porcentaje. Parece que el camino más corto a la cárcel es ser presidente.

Mira a Mario y piensa si debe sacarlo del error al que lo indujo. Pero a veces es mejor proteger la inocencia de los niños y dejar la verdad para una edad oportuna. Además, parece muy entretenido con su nave. Jimeno mira la pantalla, y cambia de canal en medio de la noticia. “Mario, ¿no quieres ver una película de Star Wars?”.