“Lo cierto es que somos víctimas de una curiosa forma de proteger la salud: fomentar ideas que terminan matando gente”.
En el año 2002 la nación africana de Zambia sufrió una crisis alimentaria dramática. En un país en el que uno de cada 10 niños moría al poco tiempo de nacer, una sequía muy seria destruyó buena parte de la producción agrícola. Las personas tenían que hervir por ocho horas raíces venenosas para hacerlas comestibles y los elefantes, una especia protegida, eran sacrificados para alimentar a la población.