17/10/2015
El que hayamos vivido intensamente no garantiza la intensidad del recuerdo. Los años ochenta y el inicio de los noventa tuvieron la intensidad del colapso, de la catástrofe, de la sensación que el mundo, como lo conocíamos, se iba a acabar. Los militares habían destruido en los setenta la democracia y la economía. La esperada llegada de la civilidad democrática fracasó. La mediocridad del gobierno de Acción Popular nos frustró.