08/02/2014 El Comercio de Perú
Las discusiones sobre fronteras me generan una especie de escozor. Más allá de la apariencia patriótica, soberana y de ser una cuestión de honor que rodea estas discusiones, siempre llevan implícitas (o explícitas) resentimientos, conflictos y hasta guerras. Decenas de millones de personas han muerto en nombre de la defensa de una línea imaginaria. La pregunta es: ¿por qué? Además, me parece que desenfocan el problema de lo que deberían ser las relaciones entre los países. Estas discusiones generan la sensación de que el bienestar y el desarrollo dependen de cuán bien estén marcadas y defendidas las fronteras.
¿Por qué no escribí sobre La Haya?
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