07/12/2013 El Comercio de Perú
Hace unos días tuve la suerte de compartir un panel con Juan Monroy en el que se refirió a un experimento sobre el que leyó en un libro. Este consistió en que se tomaron dos monos y a uno se le puso al alcance una palanca. Cada vez que el mono la activaba, él y su compañero recibían, cad auno, una galleta. Ambos estaban complacidos con el resultado. Sin embargo, luego de repetir el ejercicio, de pronto el que activaba la palanca recibió, como siempre, su galleta.Pero su compañero, sin hacer nada, recibió en cambio tres galletas. Al notar el trato diferente, el mono que usaba la palanca se enojó profundamente y abandonó el juego indignado. Entonces Juan terminó esa parte de su relato diciendo: “La justicia es genética”. Creo que tiene razón.
Justicia primate
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