13/04/2013 El Comercio de Perú
«Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó cuando cayó en manos de unos ladrones que lo despojaron de sus pertenencias, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Un sacerdote que bajaba por aquel camino lo vio y pasó de largo. Lo mismo hizo un levita que al verlo también siguió su camino. Un samaritano, que venía por el mismo camino se detuvo y se acercó a preguntarle qué había pasado. En esta historia, a diferencia de la parábola bíblica, (Evangelio de Lucas, capítulo 10 versículos 30-35) el samaritano era pobre. Debido a su pobreza, el samaritano no tenía un asno para trasladar al herido a donde pudiera ser atendido. No tenía ni una muda de ropa para entregarle ni medicinas para curarlo. Carecía de dinero para dejarlo en una posada que lo acoja y atienda sus heridas. A diferencia de la historia relatada por Jesucristo,
la víctima falleció por la magnitud de sus heridas.»
Descargar publicación
La parábola del pobre samaritano
Tiempo de lectura: 2 minutos