Hace poco visité Huamanga. Me recomendaron conocer una vieja casona en el centro de la ciudad que alberga pinturas de la época virreinal y donde hoy funciona una agencia del Banco de la acción. Lo que me llamó la atención no fue tanto la pintura, como la inmensa cola formada por miembros de la tercera edad en espera de ser atendidos. Supuestamente todos, por su edad, debían recibir un trato preferencial. Eran las 11:00 a.m. y los últimos de la cola estaban desde las 7:00 a.m. Esto, que parece parte de una novela de ficción, se repite todos los meses en las distintas agencias de dicha entidad.