25/01/2014 El Comercio de Perú
Imagínese el siguiente diálogo, digno de una columna de la China Tudela: “-Ay, Tessy, no sabes. El otro día fui al estilista para que me laceara el pelo, me cobró S/.200 y mira cómo me ha dejado. Parezco un poodle con permanente. -Hija, no te preocupes. Anda y quéjate al Indecopi. -¿Qué? ¿Allí me arreglan el problema? -No lo sé, pero quejarse allí es recontracool”. A mediados de los 90 participé en el Indecopi, cuando daba sus primeros pasos. Había entusiasmo, pero también incertidumbre. Era un modelo interesante. Nunca antes en el mundo se habían colocado tantas funciones (antimonopolio, competencia desleal, protección al consumidor, propiedad intelectual, dumping, reglamentos técnicos, eliminación de barreras burocráticas) bajo un mismo techo.
Populismo para pitucos
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