21/07/2012 El Comercio de Perú
«Había una vez, en un reino no muy lejano, una queja del pueblo sobre el precio del pan. El rey, indignado, decretó un precio máximo. Al día siguiente los panaderos redujeron el peso del pan. El rey, para que no se escapen de la regulación, decretó un peso mínimo. Entonces los panaderos usaron harina de menor calidad. El Rey ordenó una calidad mínima. Los panaderos, en respuesta, obligaban a los súbditos a comprar pan solo si compraban leche, que no tenía control de precios. El rey dio un nuevo decreto con el que prohibió la venta atada de productos. Al día siguiente los panaderos pusieron una fruta confitada encima del pan y dijeron que el precio era libre porque ya no era pan, sino un pastel..»
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